Los ojos de Emilse miran como si esperaran algo incierto, fortuito, sorpresivo, algo misterioso que desea con avidez. Y para recibir lo que espera con ansia se impone a sí misma una seguridad prefabricada, un andamio de preceptos que la abroquele de las dudas cotidianas y la mantenga firme de espíritu.
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